El programa contra el acoso escolar ‘KiVa’ reducea
la mitad los casos de ‘bullying’ en Gipuzkoa
Las encuestas entre el alumnado de Primaria de las ikastolas revelan un “descenso espectacular” en dos años El plan de choque se implanta este próximo mes en la ESO, sumando así un total de 10.000 escolares del territorio
Jorge Napal Gorka Estrada DONOSTIA. Diario de Noticias de Gipuzkoa
-Se estrecha el cerco al bullying en el seno de la comunidad educativa de las ikastolas. Los alumnos de edades más tempranas empiezan a ser conscientes del sufrimiento del otro y de la necesaria empatía, algo impensable en otros tiempos. Así lo demuestran las cifras del programa contra el acoso escolar KiVa, que se estrenó hace dos años en 52 ikastolas de la CAV y Navarra, con la implicación de 8.000 alumnos guipuzcoanos. Transcurrido este tiempo, el balance de este plan llamado a sentar las bases de una sana convivencia en las aulas ha permitido reducir a la mitad los casos de bullying en Euskadi, una mejora que incluso supera a los resultados obtenidos en Finlandia, de donde se importó el programa.
El descenso es especialmente llamativo en Gipuzkoa. Prácticamente dos de cada diez alumnos encuestados reconocían ser víctima de algún tipo de bullying hace dos años, un acoso que el año pasado se redujo al 9,9% y que, según el último informe, se sitúa actualmente en un 7,9%. “La verdad que es estamos ante un descenso de casos espectacular”, subraya Agueda Laraudogotia, responsable del proyecto KiVa en Euskal Herria, consciente de que a partir de ahora el descenso será más atenuado.
La progresión del programa es imparable y actualmente se han sumado a él un total de 64 ikastolas, dos de ellas de Iparralde. Durante este próximo mes el plan se adaptará también en cursos de la ESO, para lo cual han sido formados profesores de 46 centros escolares muy implicados en poner freno a cualquier conducta inadecuada que pueda herir la autoestima de los escolares.
Conciencia del problema
A la luz de los datos, se percibe que los niños y niñas acosadoras van tomando conciencia del problema. En Gipuzkoa hace dos años, según las respuestas ofrecidas en las encuestas, un 9,9% de los escolares reconocían sentirse acosadores, un porcentaje que en la actualidad se ha reducido al 3,4%.
En el conjunto de las ikastolas de la CAV y Navarra, ese porcentaje también se ha reducido del 9,9% al 4,4%. “No solo estamos satisfechos por los resultados obtenidos, sino por el trabajo en prevención realizado. Con la experiencia que atesoramos, una vez que ocurra un caso está todo el trabajo estructurado de manera que sabemos los pasos que hay que dar”, explica la responsable.
Actualmente, todas las ikastolas se reúnen cada tres meses para valorar el seguimiento de casos y contrastar información.
El plan ofrece una doble vertiente: se centra en el conflicto surgido entre acosadores y víctimas, pero a su vez implica a toda la clase en un trabajo preventivo para que no vuelva a ocurrir. La tesis de partida es la siguiente: el calvario que va a sufrir la víctima y la intensidad del acoso escolar va a depender en buena medida del grupo de alumnos, porque son ellos quienes alientan con su apoyo, o desbaratan, el plan urdido contra los más débiles.
De este modo, a cada alumno se le hacer ver el rol que juega: si es de los que toman parte o de los que dan la espalda. El objetivo del plan es que asuman la responsabilidad que pueden llegar a tener para revertir la situación y echar una mano a la persona que está sufriendo. Se trata de un enfoque “muy interesante” en la medida en que depende de ellos que el acosador deje definitivamente su inadecuada conducta.
Cada ikastola ha designado a tres profesores que son referentes ante cualquier caso de bullying. Más allá del trabajo preventivo, cuando estalla el conflicto los docentes hablan con la víctima tomando muy en serio su relato.
A este respecto, y después de los dos años de implantación, los responsables del proyecto KiVa admiten que hay reacciones para todos los gustos tanto entre las familias de los acosados como de los acosadores. Precisamente, el trabajo de la escuela es reconducir estas situaciones de la manera más normalizada posible. “Surgen entre las familias reacciones muy airadas y otras que no lo son tanto. Lo ideal es que se actúe cuando se detecta un caso, pero sin grandes aspavientos para que los hijos no se asusten con la reacción de sus padres”. Algunos lo hacen de manera tan violenta que los menores optan por silenciar lo ocurrido en la siguiente ocasión.
Laraudogotia explica que a los alumnos hay que explicarles que todo episodio de acoso escolar es “algo serio”, pero que se debe abordar “sin histerismos”, haciéndoles ver a las víctimas que se les va a acompañar durante todo el proceso.
En las aulas han conocido diferentes modalidades de acoso entre los estudiantes. Desde alumnos a los que se esconden o roban sistemáticamente prendas, a otros tipos de maltrato emocional, como puede ser que el grupo principal de la clase margine a un compañero o compañera. Según se ha podido constatar, suele ser muy común entre chicas de 5º y 6º de Primaria.
En estos casos, suele ser “muy recurrente” la siguiente respuesta de padres y madres: “Nuestros hijos tienen todo el derecho del mundo a elegir a sus amigos y amigas”.
Y no les falta razón. Pero la experiencia en la escuela con alumnos de tan corta edad plantea dudas al respecto.
Entre otras, si esos menores son plenamente libres al dar la espalda al compañero o se trata más bien del seguidismo que se hace al líder de clase, mientras los demás callan. El estudio de tantos casos indica que esta suele ser la conducta más habitual.
El relato de la víctima
Después de escuchar el relato de la víctima, los formadores se dirigen al acosador o acosadores, a quienes se pregunta qué ha ocurrido y qué piensan hacer en adelante para enmendar el rumbo. “No se les deja desviarse del tema, que suele ser la táctica habitual. No hay excusas que valgan ante este tipo de abusos. Cada uno tiene derecho a ser como es, y nada justifica ser objeto de mofa”, advierten desde las ikastolas.
No se trata de juzgar a nadie, sino de cambiar comportamientos. “Y no olvidemos que un mismo escolar puede llegar a ser acosador y acosado. Por eso es importante que los padres actúen con determinación pero con calma, apostando siempre por el diálogo”.
Los mayores problemas se producen precisamente con la negativa de las familias de los acosadores para aceptar la situación, puesto que habitualmente tienden a protegerlos. “Nos vemos en la obligación de pedir confianza a los padres y madres a la hora de abordar el problema. Nos suelen decir que con este sistema de trabajo se les va a poner a sus hijos en el disparadero, cuando no es así. En realidad, antes de que se actúe, todos saben lo que está ocurriendo y no se descubre nada nuevo por abordar el problema. Más bien todo lo contrario, se comienzan a buscar soluciones”, precisa la docente.
A este respecto, después de la información recabada en los 52 centros que han recibido formación específica para combatir el bullying, las ikastolas quieren lanzar un mensaje muy claro. “A pesar de todo, estamos hablando de niños y niñas muy normales que están aprendiendo y, quizá, en un momento determinado de sus vidas han tomado un camino que no es el correcto”. Es importante que el mensaje cale bien en los hogares, para que las familias no se sientan cuestionadas. “Hay padres que pueden pensar que han fallado, que no han sido capaces de educar adecuadamente a sus hijos. No es así. Son chavales buenos, pero que tienen que corregir determinadas conductas”, precisa Laraudogotia.