La Ikastola es un espacio amplio, en el que creamos un lugar para cada persona.
Y es que un espacio educativo debe prever el desarrollo de las capacidades personales e interpersonales y propiciar la relación personal y social con la naturaleza, abriendo espacios y aprendiendo en espacios abiertos.
El proceso de transformación del espacio es continuo en Beasaingo Ikastola, y además el COVID-19 nos ha impulsado a insertar nuestra preocupación por la salud en la nueva organización espacial. Por ello, durante el confinamiento hemos decidido aprovecharlos 3.000 metros cuadrados de Urbialde plaza y aledaños, para organizar la salida y entrada del alumnado y del personal desde 18 espacios diferenciados.
Todo ello ha sido prosible porque previamente habíamos reflexionado sobre cómo articular los espacios de concentración y los espacios de movimiento ya que aprender en espacios abiertos, supone abrir nuevos espacios a la experiencia educativa.
La naturaleza entra en las aulas por medio de la luz natural, de la aireación y de los materiales que utilizamos, y al mismo tiempo que el alumnado que con la práctica educativa aprende a construir un mundo que debe armonizarse con la naturaleza.